Veinte años Romina sentía un nudo de nervios en el estómago, faltaban escasos treinta minutos para que su Alma llegara ¿Cómo se vería después de tantos años? Hacía veinte años que no se veían, pero ella nunca la dejó de amar. Cuando Alma la llamó le dijo que ella tampoco había dejado de amarla. En rápida sucesión, llegaron los recuerdos de ambas mientras se esmeraba en su arreglo. Se sabía dueña de una gran belleza, herencia genética de su familia, la edad no la marcó. Aún tenía un cuerpo espigado, de miembros largos y delgados como los de una gacela, su cabello, aunque ya pintaba algunas hebras de plata continuaba siendo oscuro, largo y sedoso. Sus ojos eran grandes y tenían el color de la noche sin luna, custodiados por largas, espesas y rizadas pestañas; nunca ocupó poner ningún menjurje como mascara de pestañas. Unos labios carnosos que solo cubría con un poco de cera natural para mantenerlos humectados, Fue tal su apuro y preocupación por verse bella, para Alma que se distra...
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