A mi padre le faltaron ojos
A mi padre le faltaron ojos para copar el mundo de alegría.
No
necesitabas ver su sonrisa para ser testigo de lo que su alma reía, bastaba ver
sus ojos, para conocer el fulgor del regocijo. Y de igual manera la tristeza.
Creo que yo no lo robo, sino lo heredo.
Mi
pá estudió contabilidad, pero sin tener título de arquitecto, fue un enorme
constructor de castillos y sueños… aunque mi madre decía con molestia: “tú solo
construyes en el aire y eso con el viento se esfuma y nada te deja”.
Pero
por fortuna esas palabras nunca hicieron mella y él construyó castillos toda su
vida. Aunque no fui su única confidente de entre mis hermanos, me complace
haber tenido inmensidad de instantes en los que yo lo escuchaba y le daba
ánimos para que siguiera en la construcción de sus tantos sueños.
Cuando
era niña, recuerdo que él presumía con sus amigos las pestañas que yo tenía y
me invitaba a hace el malabar de sostener un cigarro en ellas, para que sus
amigos constataran “lo bello de los ojos y pestañas de su hija”. Yo era, de sus
hijas, la que pintaba. Nunca supo de lo que yo escribía porque no quise romper
su esquema. Esa es una historia ya fenecida.
Mi
padre era gordito, de joven una vara de nardo, porque su corazón con la vida, le
creció con tanto amor que éste le ocupo todo el cuerpo mientras tuvo vida. Nunca
dejó de crecerle.
Amó
toda su vida a mi madre. Confieso que al ver que su amor no era correspondido,
miles de veces le pedí que se divorciara y se diera la oportunidad de conocer a
una mujer que bien lo amara.
-
Hija
yo amo a tu madre y sea como sea, la amaré toda la vida.
Mi
padre tenía estrellas en el aura y un viento apacible en su voz. Bastaba con
que me llamara Patricia, para saberme reprendida. Nunca pasó de esa voz para
que yo llegara a las lágrimas. No conocí el golpe ni de un manazo. Jamás nos
pegó ni aún por una travesura que lo mereciera.
Yo
me quedé en Ensenada a terminar sola la prepa y cuando llegué a la ciudad de
México, me dolió, pero vi su rostro de desilusión aunado a sus palabras.
-
Mi
Paty se quedó en Ensenada- dijo con tristeza
Y
es que él dejo a una chica inocente, vestida como tal, y llegué descalza, con
pantalones rotos y una cinta de colores elaborada con chaquira y el símbolo de
amor y paz grabado figurativamente en el rostro y las entrañas. Algo que aún me
llena el corazón plantado en el hipismo.
Mi
padre fue puro amor y trabajo para darnos lo necesario a sus hijos. Él no supo
de vacaciones en el trabajo, trabajaba para darle a mi madre y para que ella y
nosotros vacacionáramos, mientras él seguía trabajando sin tomarse un descanso.
Fui
su pareja de baile y nos íbamos a escuchar a las grandes orquestas y a bailar
como pareja.
Mi
padre era juguetón y bromista. Hacía chistes hasta de su propia desgracia.
Siempre rodeado de niños propios y ajenos.
Mi
padre fue honesto, fiel y entregado a su familia. Nos amó… más que a su propia
vida.
Cuando
él trasvoló a otros cielos, yo me quedé por un mínimo de tres meses llorándolo
todos los días con un hipeo incontrolable que nacía en mí dolorosamente desde
mis adentros.
Todavía
cuando escucho la música que él y yo bailábamos, la bailo sola físicamente,
pero acompañada de su recuerdo y entre risa y llanto termino bailando con esa
memoria que tengo de mi padre.
Cuando
pienso en él como ahora juro por el cielo que no puedo parar mi llanto.
Extraño
tanto a mi padre… a mi padre… a mi padre.
Gordito
mío, ya solo espero el día y que sea pronto, para volver a abrazarte
Paty
Rubio …
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