Entiendo que a veces cuesta levantar la cabeza
Entiendo que a veces cuesta
levantar la cabeza,
poner los demonios a raya y sacar la cresta con valor.
Puede
que no sea del todo comprendida, pero a final de cuentas… ¡vale madres! Sola salí adelante.
El
peso de la mochila lo conoce quién la carga y reconozco que no todo en mi vida
ha sido sombra o pesadilla, pero ¡carajo, vaya que pesa más el daño!
Recordar
que fui tratada como basura, a la edad en que más ilusión hace el amor, que
quién creí amar, me sobajó con insultos, menospreció y me hizo sentir
indeseable, fea, poco menos que la mierda. Que me obligó, con amenazas, a
tirarme sobre la inmundicia, para cogerme cada vez que se le antojaba.
Con
él aprendí que el amor no era color de rosa, ni ese sueño que tenemos de
adolescentes.
No,
el amor: vejaba, dolía, mordía las entrañas y lastimaba mi cuerpo... como
cuando en sus asquerosas arremetidas, la basura se me incrustaba en diferentes
partes del cuerpo. Y que cuando se vaciaba en mi, yo no sabía si me daba más
asco sacudirme la basura o limpiarme el semen que escurría entre mis piernas.
El
amor no era lo que un día cándida e inocente soñé, y el valor para vivir me lo
dio saber que sería madre.
Y
aprendí, a fuerza de violencia, que yo podía ser fuerte.
Aprendí
que no dejaría a nadie más, violentarme, que yo diría cuando, con quién, y
dónde.
Entendí
que no es fácil levantar la cabeza para seguir respirando, pero que debía tener
valor para ser madre y cabeza de familia.
Sí, más de una vez me arrebataron, y me mostraron que el amor no era
color de rosa, pero llegó el momento en que decidí darle un giro a la hoja, y
no dejar que nadie más cambiaría mi rumbo y sentimiento.
El
amor es el que nace de mí, desde el centro bendito de mi alma, y lo doy con
plena conciencia.
Amo
a mi sangre, a mis nacidos y sus nacidos. Amo el mundo que me rodea, y solo
recibo lo que me place. La tapa del bote de basura, yo la controlo, ya no dejo
que nadie me deposite la suya.
El
amor es mi emoción y sentimiento, no las reglas o abuso de los ajenos.
Paty Rubio ©®
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